Si sobra un mango, me lo como en la bodega

Muchos men­do­ci­nos eli­gen salir a comer a una bode­ga, uti­li­zan­do ese dine­ro que, de no ser por la cua­ren­te­na, iría a parar al gim­na­sio u otras actividades.

La cua­ren­te­na gene­ró una situa­ción muy par­ti­cu­lar en la eco­no­mía de algu­nas fami­lias men­do­ci­nas. Al haber­se exten­di­do por mucho tiem­po, y ser tan estric­ta, muchas per­so­nas se vie­ron obli­ga­das a dejar de asis­tir a dis­tin­tos even­tos recrea­ti­vos o a des­car­tar acti­vi­da­des de gim­na­sia u ocio. Esto, a fin de mes, dejó alguno dine­ro de más en las cuen­tas ban­ca­rias o en las bille­te­ras. Obvia­men­te, es el caso de algu­nos. Por­que, por otro lado, están las per­so­nas que han vis­to des­mo­ro­na­dos sus ingre­sos a par­tir de la cua­ren­te­na. Empre­sas cerra­das, chan­gas no deman­da­das y des­em­pleo. Situa­cio­nes adver­sas que deja­ron a muchas fami­lias en la lona. No obs­tan­te, quie­nes están en el pri­mer gru­po han redi­rec­cio­na­do sus for­mas de con­su­mos. Aho­ra, son cada vez más los que eli­gen comer en una bode­ga, antes que hacer­lo en la Ciudad.

El plan

Lo cier­to es que, his­tó­ri­ca­men­te, almor­zar en una bode­ga era con­si­de­ra­da una acti­vi­dad de turis­tas. Por un lado, por el pre­cio. Pero, por el otro, por­que almor­zar en una bode­ga for­ma par­te del coro­la­rio de un típi­co reco­rri­do de bode­ga. Los turis­tas lle­gan a Men­do­za con la orden impe­ra­ti­va de visi­tar estos establecimientos.

Así, has­ta aho­ra, los men­do­ci­nos, en su mayo­ría, solo habían “escu­cha­do hablar” de los ban­que­tes en las bode­gas. De los pla­tos gour­mets y los vinos de alta gama. De los pai­sa­jes impo­nen­tes y del ser­vi­cio de pri­mer nivel.

Sin embar­go, des­de que sobra un man­go en el bol­si­llo a par­tir de la cua­ren­te­na, que nos impi­de gas­tar dine­ro en ocio, muchos han opta­do por pro­bar esta acti­vi­dad. Entre sema­na o en fines de sema­na. Gru­pos fami­lia­res o ami­gos se han encar­ga­do de dejar evi­den­cia en redes socia­les de un cuan­tio­so almuer­zo de lujo. Car­nes rojas asa­das, mari­da­das con los más exqui­si­tos vinos y acom­pa­ña­das por “vege­ta­les de estación”.

Protocolo

Lue­go de tres meses sin visi­tas guia­das, degus­ta­cio­nes y acti­vi­da­des turís­ti­cas, las bode­gas de Men­do­za abrie­ron sus puer­tas al turis­mo. En una pri­me­ra ins­tan­cia, se habi­li­tó la posi­bi­li­dad de hacer visi­tas a la bode­ga, pero sin degus­ta­cio­nes, siguien­do las medi­das soli­ci­ta­das por el Minis­te­rio de Salud por el COVID-19.

Con la par­ti­ci­pa­ción del Gobierno de Men­do­za, Bode­gas de Argen­ti­na, más de 60 bode­gas, Juan Fren­kel, ase­sor de Matías Lam­mens, Minis­tro de Depor­tes y Turis­mo de la Nación, y de Mariano Algua­cil, direc­tor de Desa­rro­llo del Minis­te­rio de Cul­tu­ra y Turis­mo de Men­do­za, se lle­vó a cabo una reu­nión vir­tual don­de se tomó la decisión.

Si bien en esta pri­me­ra eta­pa no se per­mi­te rea­li­zar degus­ta­cio­nes, des­de Bode­gas de Argen­ti­na infor­ma­ron que el visi­tan­te podrá com­prar una bote­lla cerra­da, con­su­mir­la en un espa­cio de la bode­ga y, de ser nece­sa­rio, lle­vár­se­la con su cor­cho. Ade­más, expre­san que con­ti­nua­rán desa­rro­llan­do los pro­to­co­los nece­sa­rios para reto­mar las degus­ta­cio­nes en for­ma segu­ra, uno de los atrac­ti­vos cen­tra­les en la expe­rien­cia turís­ti­ca.

Las más elegidas

Si bien el ser­vi­cio de almuer­zo lo ofre­ce más de una bode­ga, hay algu­nas que se des­ta­can por su ubi­ca­ción, su nivel culi­na­rio o por sus exce­len­tes vinos. Algu­nos casos son Domai­ne Bous­quet, Susa­na Bal­bo Wines o Fina La Celia.

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